22 oct 2007

(Circo-teatro-clown)

EL VÉRTIGO Y LA RISA


Guillermo Sequera

Circo: Para muchos, palabra prestigiosa. Puerta abierta para el sueño y la fantasía. El circo; vocación de recuerdo de infancia, en Suiza o en Alemania; en Londres en Nueva York; o en Moscú. En América Latina, gracias al aporte de migrantes europeos, el arte circense fue desarrollado en: México, en Lima, Bogota, Sao Paulo, o en Buenos Aires. En Paraguay, llegaron artistas del circo argentino y mediante ellos surgieron artistas paraguayos que emprendieron tímidamente algunas secuencias de representaciones de circo. Pero quién olvidaría que en épocas de otoño, o invierno, niños y adultos esperaban con algarabía la llegada el “tren del circo” desde la Argentina, y cuyos vagones transportaban elefantes de la India, leones africanos, tigres de bengala; domadores, payasos, malabaristas, saltimbanquis y prestidigitadores para traer un poquito de magia y alegría al Paraguay. Para los conocedores del arte del circo los nombres de Pinder, Amar, Bouglione, o Fratellini, forjaron escuelas en el mundo. Claro está, no podríamos dejar de lado a un Charles Chaplin, o a un Fellini, cuya obra cinematográfica la Strada evoca al circo y al clown. Nuestro circo moderno data del siglo XVIII. En eso, los historiadores del circo están de acuerdo; por el hecho de que su caracterización se diferencia del circo antiguo; fuera éste romano, o medieval. Nada de batallas ni combates en el circo moderno, salvo apariencias con la presencia humorística de nuestros enanos payasos fingiendo peleas de box. Otra particularidad del circo moderno es aquella en que de antemano no se necesita conocer las reglas del juego para comprender su cometido. El circo es para todos y es un arte al servicio del saber maravillar, sorprender y del saber contagiar alegría. Y si por algún lado, el circo pueda parecerse a otras formas de expresión, éste sólo se acercaría, en todos sus sentidos, al arte de la escultura. Por algo será que el gran escultor Calder había imaginado de muy niño sus “móviles coloridos”; creando un cirquito en miniatura. El circo es un espectáculo a tres dimensiones, donde no existe el engaño, ni nadie nada puede esconderse. Los preparativos de los números que se representan se producen ante la vista del público. La pista circular, crea una especie de comunión entre los artistas y el público originando entre ellos mayor complicidad y simpatía. La primera fila de espectadores se encuentra al mismo nivel que la banqueta, la que separa en círculo al artista y el público, sugiriendo un clima de realidad, lo cual reconforta y nos ayuda a medir mejor la distancia que nos separa con aquellos a quienes ofrecemos rabiosos aplausos. ¡Gracias Bochín por ofrendar al Paraguay el vértigo, la risa y la ternura a nuestros corazones de niño que somos todos!

1 comentario:

Unknown dijo...

a mi me gustaba la preparación frente al espejo, antes de ir al circo: tricota, la gorra de aviador, los guantes de lana y la canadiana encima. Luego tomar la linea 27, bajarse frente al Victoria y llegar al comunero, sentarse y escuchar a la banda de músicos.Había un olor a aserrin, a barro húmedo. El rugido adentro. El papelito del caramelo que se abría. El globito rosado del chicle. Guille, tu artículo es una metáfora del país y de la vida. un abrazo, hugo