PENSAR BOLÍVAR EN EL SIGLO XXI; ES ABRIR NUEVOS HORIZONTES LATINOAMERICANOS
Guillermo Sequera
Bolívar, Libertador se inmoló por la libertad. A la luz de la historia, nadie lo puede negar. Su revolución quiso ser en el orbe latinoamericano el primer intento magno de un Movimiento de Libertad Integral; pensado y realizado bajo el empuje de su visionaria dimensión cultural, pero al mismo tiempo, sustentado por un fuerte contenido económico y social. Simón Bolivar se insurgió contra el absolutismo, especialmente contra su peor modalidad: la colonialista.
Bolívar puso gran empeño en ubicar a la persona humana y reconocer el superior interés colectivo por encima de todos.
“No somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos con nacimiento y nuestros derechos de los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país y que mantenernos en él, contra la oposición de los invasores; así nos hallamos en el caso más extraordinario y complicados”.
Su pensamiento prodigó como premisa la definición de los aportes y contribuciones culturales de las sociedades en que le tocó vivir. Para Bolivar, el rostro de América se veía manchado por múltiples colores. Veamos lo que rememoraba el Libertador a propósito de la conformación originaria de los pueblos, y cómo se iba gestando ese patrimonio de vertientes humanas en la “crisálida” multicolor:
“La mayor parte de los indígenas se han aniquilado, y los europeos se han mezclado con el americano y con el africano y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo”…
“Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos”
“Yo considero a la América crisálida; habrá una metamorfosis en la existencia física de sus habitantes; al fin habrá una nueva casta de todas las castas, que produciría la homogeneidad del pueblo”
En 1.825, Bolívar, preocupado por las condiciones del amerindio estaba legislando sobre el trabajo de los indios con normas claramente intervencionistas y protectoras, las cuales no se fundamentaban por simples ni aisladas expresiones de humanitarismo, sino en parte inspirada de una temática consecuente y de alta dignificación cultural y política. El celo de Bolívar en su decreto a favor de los trabajadores indígenas, que en ellos incluye, algunas veces, una cláusula inusitada:
“El presente decreto no sólo se publicará del modo acostumbrado, sino que los jueces políticos instruirán de su contenido a los naturales, instándolos a que representen sus derechos aunque sea contra los mismos jueces y a que reclamen cualquiera infracción”
Bolívar – partiendo justamente de la base de que “nada es tan peligroso con respecto al pueblo, como la debilidad del Ejecutivo” – trabajaba por un régimen republicano activo, centralista, democrático y civil y un “sistema vigoroso que pueda comunicar su aliento a toda la comunidad”
Bolívar, nos sorprende por ser un habido lector. La pasión por la lectura lo acompañaría la vida entera. Pero también Bolívar era un habido viajero. Podemos recordar que con su maestro Don Simón Rodríguez emprenden un viaje sin programa estricto, Francia, Suiza, Italia. Su encuentro con Humboldt a los 21 años marcó sensiblemente su actitud en favor del conocimiento, de la importancia significativa de las humanidades, de la geografía, de las matemáticas. De sus numerosos encuentros, el que tuvo en la coronación de Napoleón decía y escribía lo siguiente:
“Aquel acto o función magnífica me entusiasmo, pero menos que su pompa que los sentimientos de amor que un inmenso pueblo manifestaba a un héroe francés;…”
“La Corona que se puso Napoleón en la cabeza lo miré como una cosa miserable y estilo gótico: lo que me pareció grande fue la aclamación universal y el interés que inspiraba su persona. Esto, lo confieso, me hizo pensar en la esclavitud de mi país y en la gloria que cabría al que lo libertase”.
Será por ello que, no lejos de allí, al mismo tiempo en que Bolivar recusaba la autocoronación de Napoleón Bonaparte; el gran músico Ludwig Van Beethoven (1770-1827) abriendo el cauce musical a su “ciclo épico” en 1803/4, y exaltando el espíritu de la Revolución francesa, rompía su dedicatoria a Napoleón en su “Sinfonía Bonaparte”, convirtiéndola en “Sinfonía Heroica”, al conocer la ambición napoleónica de consagrar a Francia a elevación de Imperio.
El Bolivar nuestro, presentía con acuidad los riesgos que significaban el distanciamiento a los principios morales del interés colectivo de los pueblos.
“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”.
Queda allí la indicación textual que apunta a la historia – libertad y gloria – como base de la grandeza americana. No era lo superficial lo que importaba. Era el nuevo pensamiento. La posibilidad concreta de igualdad y justicia, la solidaridad que confiere fortaleza, la moral y la cultura, son las que elevan a las sociedades. Los valores supremos de la educación, las ciencias, las artes y las letras. El acierto y el valor del pensamiento de Simón Bolívar se forja en conferir a sus principios: organicidad. Organicidad que prospera en su propia dinámica, viva, sincera y funcional. Su gran maestro Simón Rodríguez puntualizaba que Simón Bolívar:
“Dio a la América muchas ideas suyas; y de las ajenas propagó las más propias para hacer pueblos libres, con los elementos de la esclavitud”.
Hasta Bolívar llegaba una robusta tradición, definida en centurias de sueños postergados.
1- En lo político: Impulsa la emancipación por la autonomía; confiere establecer una democracia, república constitucional alternativa y popular. Donde su valor cumbre será La Libertad: “Único objeto digno del sacrificio de la vida de los hombres”.
2- En lo social: La igualdad absoluta – “Ley de las Leyes”, abolición de la esclavitud derogatoria de los privilegios y eliminación de toda suerte de divisiones entre los ciudadanos.
3- En lo económico: Su plan político es más clarificador: Justicia en el reparto de los bienes nacionales, distribución de tierras y nacionalización de las riquezas mineras.
4- En lo jurídico: Dentro de la esfera del derecho internacional cifra en la unidad de América Latina; en pos de unión auténtica y amplificada de nuestras patrias en un haz vigoroso y triunfal. Desde una patria Simón Bolívar vertebraba su mirada hacia el universo en término de equilibrio (hoy dimensión Multipolar, ayer, Nuevo Orden Mundial) y justicia para todos los continentes. Su idea central: la integración, la cooperación siempre al servicio de la paz en el mundo. “La esperanza del universo”.
5- En lo cultural culmina en un empeño decidido por la educación y la afirmación ciudadana del conocimiento. Moral y luces a juicio de Bolívar, son “Nuestras primeras necesidades”.”La ciencias han inmortalizado siempre a los países donde han florecido”.
Simón Bolívar exhibe su cultura, demuestra su madurez y sagacidad. Desde 1.819, muy temprano, el anhelo bolivariano arranca hacia una proyección continental. Con gran sabiduría e inteligencia visionaria, Bolívar articula el pasado con el presente, y a éstos lo conecta con el porvenir.
El ámbito de Bolívar es la de la universalidad, donde todos los pueblos aportan lo mejor de sí al patrimonio espiritual común. Con cierta relevancia conjura en que la lengua española sea la “lingua franca”, lengua de comunicación y comprensión entre los pueblos. Cosa notable, en esos mismos tiempos, el Paraguay ejercitaba su lengua nativa guarani como la lengua necesaria en el quehacer de prácticas socializadas. En ese mismo sentido, una de sus preocupaciones primeras por la batalla del libro, como instrumento liberador, ocupa parte de su atención el asunto de las traducciones y la confianza en el valor difusor cultural del libro. La Cámara de educación – en su proyecto del Poder Moral – cuidaría de publicar en nuestro idioma español libros extranjeros sobre educación. El ello con las observaciones y ajustes pertinentes, estimularía también a escritores y editores a producir y difundir “Obras originales lo mismo, conforme a nuestros usos, costumbres gobierno”.
Una especie de gran memoria proyectiva de lo actuado y con insistencia porque el pretérito reciente, deben ser salvados para los tiempos venideros. Desde Angostura deja caer su pluma hermosa y fraterna para lanzarla en las aguas del Río de la Plata:
“Cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su Independencia, o que circunstancia más favorable nos permitan comunicaciones más frecuentes, y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto podrá llamarse La Reina de las Naciones, y la Madre de las Repúblicas. Una sola debe ser la de todos los americanos”
El Paraguay todavía arrastra una deuda histórica con Simón Bolivar, aquella que solo podrá ser restituida en su accionar al reconocimiento verdadero de su pensamiento visionario. Sin embargo, como no recordar a aquellos poetas paraguayos que supieron, como Bolivar, poeta, reanudar con el fulgor propio de sensibles sabidurías, y realizar así el reparo necesario en el horizonte latinoamericano. Poeta, periodista y dramaturgo, Néstor Romero Valdovinos (1916-1987), en un fragmento de su poema “Asunción, Ciudad Mártir” escribía :
“Que sea una canción cuya primera nota esté en las Antillas
mientras el cordaje del Amazonas se ponga tenso.
Yse escucha preludiar el profundo bajo los Andes.
Porque esta canción debe estar en la boca de América
La debe cantar el haitiano y el chileno.
Por las semillas que recorrió Bolivar, debe florecer este canto que estará en los gomales y en los cañaverales.
La cantará el indio incaico con su quena.
Y al bajar a la mina, el cholo de Bolivia también debe cantarla.”
Poco después, el poeta Carlos Villagra Marsal (1932-), en su “Carta a Simón Bolivar” dejaba caer la tinta en su extensa epistolar dedicada al Libertador, y cuyo retazo iniciaba así:
“Simón Bolivar: hoy te escribo esta carta
y te recuerdo y quiero
alcanzar desde lejos tu rostro y tu memoria,
y recuerdo y me inclino
hasta tocar tu nombre con la frente.
Simón Bolivar:
Cuando te dispusiste a montar a caballo,
un alto aroma se extendió
por el cielo de tu América y la mía.”
Guillermo Sequera
Bolívar, Libertador se inmoló por la libertad. A la luz de la historia, nadie lo puede negar. Su revolución quiso ser en el orbe latinoamericano el primer intento magno de un Movimiento de Libertad Integral; pensado y realizado bajo el empuje de su visionaria dimensión cultural, pero al mismo tiempo, sustentado por un fuerte contenido económico y social. Simón Bolivar se insurgió contra el absolutismo, especialmente contra su peor modalidad: la colonialista.
Bolívar puso gran empeño en ubicar a la persona humana y reconocer el superior interés colectivo por encima de todos.
“No somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos con nacimiento y nuestros derechos de los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país y que mantenernos en él, contra la oposición de los invasores; así nos hallamos en el caso más extraordinario y complicados”.
Su pensamiento prodigó como premisa la definición de los aportes y contribuciones culturales de las sociedades en que le tocó vivir. Para Bolivar, el rostro de América se veía manchado por múltiples colores. Veamos lo que rememoraba el Libertador a propósito de la conformación originaria de los pueblos, y cómo se iba gestando ese patrimonio de vertientes humanas en la “crisálida” multicolor:
“La mayor parte de los indígenas se han aniquilado, y los europeos se han mezclado con el americano y con el africano y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo”…
“Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos”
“Yo considero a la América crisálida; habrá una metamorfosis en la existencia física de sus habitantes; al fin habrá una nueva casta de todas las castas, que produciría la homogeneidad del pueblo”
En 1.825, Bolívar, preocupado por las condiciones del amerindio estaba legislando sobre el trabajo de los indios con normas claramente intervencionistas y protectoras, las cuales no se fundamentaban por simples ni aisladas expresiones de humanitarismo, sino en parte inspirada de una temática consecuente y de alta dignificación cultural y política. El celo de Bolívar en su decreto a favor de los trabajadores indígenas, que en ellos incluye, algunas veces, una cláusula inusitada:
“El presente decreto no sólo se publicará del modo acostumbrado, sino que los jueces políticos instruirán de su contenido a los naturales, instándolos a que representen sus derechos aunque sea contra los mismos jueces y a que reclamen cualquiera infracción”
Bolívar – partiendo justamente de la base de que “nada es tan peligroso con respecto al pueblo, como la debilidad del Ejecutivo” – trabajaba por un régimen republicano activo, centralista, democrático y civil y un “sistema vigoroso que pueda comunicar su aliento a toda la comunidad”
Bolívar, nos sorprende por ser un habido lector. La pasión por la lectura lo acompañaría la vida entera. Pero también Bolívar era un habido viajero. Podemos recordar que con su maestro Don Simón Rodríguez emprenden un viaje sin programa estricto, Francia, Suiza, Italia. Su encuentro con Humboldt a los 21 años marcó sensiblemente su actitud en favor del conocimiento, de la importancia significativa de las humanidades, de la geografía, de las matemáticas. De sus numerosos encuentros, el que tuvo en la coronación de Napoleón decía y escribía lo siguiente:
“Aquel acto o función magnífica me entusiasmo, pero menos que su pompa que los sentimientos de amor que un inmenso pueblo manifestaba a un héroe francés;…”
“La Corona que se puso Napoleón en la cabeza lo miré como una cosa miserable y estilo gótico: lo que me pareció grande fue la aclamación universal y el interés que inspiraba su persona. Esto, lo confieso, me hizo pensar en la esclavitud de mi país y en la gloria que cabría al que lo libertase”.
Será por ello que, no lejos de allí, al mismo tiempo en que Bolivar recusaba la autocoronación de Napoleón Bonaparte; el gran músico Ludwig Van Beethoven (1770-1827) abriendo el cauce musical a su “ciclo épico” en 1803/4, y exaltando el espíritu de la Revolución francesa, rompía su dedicatoria a Napoleón en su “Sinfonía Bonaparte”, convirtiéndola en “Sinfonía Heroica”, al conocer la ambición napoleónica de consagrar a Francia a elevación de Imperio.
El Bolivar nuestro, presentía con acuidad los riesgos que significaban el distanciamiento a los principios morales del interés colectivo de los pueblos.
“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”.
Queda allí la indicación textual que apunta a la historia – libertad y gloria – como base de la grandeza americana. No era lo superficial lo que importaba. Era el nuevo pensamiento. La posibilidad concreta de igualdad y justicia, la solidaridad que confiere fortaleza, la moral y la cultura, son las que elevan a las sociedades. Los valores supremos de la educación, las ciencias, las artes y las letras. El acierto y el valor del pensamiento de Simón Bolívar se forja en conferir a sus principios: organicidad. Organicidad que prospera en su propia dinámica, viva, sincera y funcional. Su gran maestro Simón Rodríguez puntualizaba que Simón Bolívar:
“Dio a la América muchas ideas suyas; y de las ajenas propagó las más propias para hacer pueblos libres, con los elementos de la esclavitud”.
Hasta Bolívar llegaba una robusta tradición, definida en centurias de sueños postergados.
1- En lo político: Impulsa la emancipación por la autonomía; confiere establecer una democracia, república constitucional alternativa y popular. Donde su valor cumbre será La Libertad: “Único objeto digno del sacrificio de la vida de los hombres”.
2- En lo social: La igualdad absoluta – “Ley de las Leyes”, abolición de la esclavitud derogatoria de los privilegios y eliminación de toda suerte de divisiones entre los ciudadanos.
3- En lo económico: Su plan político es más clarificador: Justicia en el reparto de los bienes nacionales, distribución de tierras y nacionalización de las riquezas mineras.
4- En lo jurídico: Dentro de la esfera del derecho internacional cifra en la unidad de América Latina; en pos de unión auténtica y amplificada de nuestras patrias en un haz vigoroso y triunfal. Desde una patria Simón Bolívar vertebraba su mirada hacia el universo en término de equilibrio (hoy dimensión Multipolar, ayer, Nuevo Orden Mundial) y justicia para todos los continentes. Su idea central: la integración, la cooperación siempre al servicio de la paz en el mundo. “La esperanza del universo”.
5- En lo cultural culmina en un empeño decidido por la educación y la afirmación ciudadana del conocimiento. Moral y luces a juicio de Bolívar, son “Nuestras primeras necesidades”.”La ciencias han inmortalizado siempre a los países donde han florecido”.
Simón Bolívar exhibe su cultura, demuestra su madurez y sagacidad. Desde 1.819, muy temprano, el anhelo bolivariano arranca hacia una proyección continental. Con gran sabiduría e inteligencia visionaria, Bolívar articula el pasado con el presente, y a éstos lo conecta con el porvenir.
El ámbito de Bolívar es la de la universalidad, donde todos los pueblos aportan lo mejor de sí al patrimonio espiritual común. Con cierta relevancia conjura en que la lengua española sea la “lingua franca”, lengua de comunicación y comprensión entre los pueblos. Cosa notable, en esos mismos tiempos, el Paraguay ejercitaba su lengua nativa guarani como la lengua necesaria en el quehacer de prácticas socializadas. En ese mismo sentido, una de sus preocupaciones primeras por la batalla del libro, como instrumento liberador, ocupa parte de su atención el asunto de las traducciones y la confianza en el valor difusor cultural del libro. La Cámara de educación – en su proyecto del Poder Moral – cuidaría de publicar en nuestro idioma español libros extranjeros sobre educación. El ello con las observaciones y ajustes pertinentes, estimularía también a escritores y editores a producir y difundir “Obras originales lo mismo, conforme a nuestros usos, costumbres gobierno”.
Una especie de gran memoria proyectiva de lo actuado y con insistencia porque el pretérito reciente, deben ser salvados para los tiempos venideros. Desde Angostura deja caer su pluma hermosa y fraterna para lanzarla en las aguas del Río de la Plata:
“Cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su Independencia, o que circunstancia más favorable nos permitan comunicaciones más frecuentes, y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto podrá llamarse La Reina de las Naciones, y la Madre de las Repúblicas. Una sola debe ser la de todos los americanos”
El Paraguay todavía arrastra una deuda histórica con Simón Bolivar, aquella que solo podrá ser restituida en su accionar al reconocimiento verdadero de su pensamiento visionario. Sin embargo, como no recordar a aquellos poetas paraguayos que supieron, como Bolivar, poeta, reanudar con el fulgor propio de sensibles sabidurías, y realizar así el reparo necesario en el horizonte latinoamericano. Poeta, periodista y dramaturgo, Néstor Romero Valdovinos (1916-1987), en un fragmento de su poema “Asunción, Ciudad Mártir” escribía :
“Que sea una canción cuya primera nota esté en las Antillas
mientras el cordaje del Amazonas se ponga tenso.
Yse escucha preludiar el profundo bajo los Andes.
Porque esta canción debe estar en la boca de América
La debe cantar el haitiano y el chileno.
Por las semillas que recorrió Bolivar, debe florecer este canto que estará en los gomales y en los cañaverales.
La cantará el indio incaico con su quena.
Y al bajar a la mina, el cholo de Bolivia también debe cantarla.”
Poco después, el poeta Carlos Villagra Marsal (1932-), en su “Carta a Simón Bolivar” dejaba caer la tinta en su extensa epistolar dedicada al Libertador, y cuyo retazo iniciaba así:
“Simón Bolivar: hoy te escribo esta carta
y te recuerdo y quiero
alcanzar desde lejos tu rostro y tu memoria,
y recuerdo y me inclino
hasta tocar tu nombre con la frente.
Simón Bolivar:
Cuando te dispusiste a montar a caballo,
un alto aroma se extendió
por el cielo de tu América y la mía.”
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